La malaria es una enfermedad febril aguda caracterizada por una sintomatología que incluye fiebre, escalofríos, dolor de cabeza o vómitos y que suele hacerse patente a la semana de haber recibido la picadura del transmisor: mosquito anopheles. Los síntomas de la malaria se presentan cada 48 o 72 horas (el tiempo necesario para que los parásitos destruyan los glóbulos rojos) provocando anemias (como consecuencia del menor número de glóbulos rojos) el vertido de grandes cantidades de hemoglobina en el torrente sanguíneo.
Síntomas de la malaria
Los síntomas son consecuencia del avance parasitario de la infección por el torrente sanguíneo
Sintomatología de la malaria
La malaria se caracterizada por incluir: fiebre, escalofríos, dolor de cabeza o vómitos
fiebre
escalofríos
dolor de cabeza
vómitos
El diagnóstico de la malaria se produce con un examen de la cantidad y la forma de las células sanguíneas
Además de fiebre, escalofríos, dolor de cabeza o vómitos, la malaria puede incluir síntomas como la presencia de sangre en las heces, ictericia (amarilleo de la piel), dolor muscular o espasmos. El diagnóstico de la infección de un paciente por malaria se confirma mediante la realización de un examen tanto de la cantidad como de la forma de las células sanguíneas del paciente. Este tipo de pruebas, conocidos como ‘frotis de sangre’, son tomados a intervalos de seis a doce horas. Asimismo, un hemograma identificará la anemia si está presente.
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El tratamiento farmacológico de la malaria varía en función del lugar en el que se haya contraído la infección
Los pacientes infectados por malaria suelen requerir su ingreso en el hospital, especialmente los afectados por el parásito «P. falciparum». El tratamiento farmacológico de la malaria varía en función del lugar en el que se haya contraído la infección. En algunos pacientes pueden ser necesarios cuidados médicos y asistencia respiratoria.
El parásito penetra en el torrente sanguíneo del infectado tras la picadura del mosquito anopheles
La malaria es una enfermedad causada por la introducción de un parásito en el torrente sanguíneo del infectado, tras la picadura del mosquito anopheles. Este tipo de parásitos, los ‘esporozoítos‘, alcanzan las células del hígado (los hepatocitos) donde se reproducen hasta el momento en el que rompen este tipo de células y son liberados a la circulación sanguínea en forma de ‘merozoítos‘. Una vez en la sangre, los merozoítos infectan a los glóbulos rojos, propiciando su rotura en un periodo de entre dos y tres días (48/72 horas) después de la infección. La malaria también puede ser transmitida mediante transfusiones sanguíneas y, en el caso de mujeres embarazas, de forma congénita al feto.
Fecha de publicación: 31 de diciembre de 2018.