La malaria es una enfermedad febril aguda caracterizada por unos síntomas parecidos a los de la gripe -fiebre, escalofríos, dolor de cabeza o vómitos- que, asociados a una estancia de más de tres días en una zona de riesgo o país endémico de la enfermedad, pueden dar sospechas de estar padeciendo malaria. Sin embargo, ¿cómo se produce el contagio?
El contagio de la malaria no lo produce un virus
El paludismo (denominación por la que también es conocida la malaria en los países de habla hispana) es un proceso infeccioso que arranca cuando una persona recibe la picadura de una hembra de mosquito anopheles infectada por Plasmodium, un parásito que divide su desarrollo en dos huéspedes: el mosquito y el ser humano. Cuando se produce la picadura, el parásito penetra en el torrente sanguíneo de la persona hasta alcanzar el hígado, donde invade las células hepáticas. Este es el primero de los pasos en los que el Plasmodium divide sus fases evolutivas dentro del cuerpo humano. Una vez en el hígado, el parásito regresará al torrente sanguíneo, donde colonizará los eritrocitos o hematíes -conocidos como glóbulos rojos- para alimentarse de la hemoglobina.
Diferencia entre parásito y virus
Un parásito es un organismo que se alimenta de las sustancias que elabora un ser vivo de distinta especie (en el que vive) al que le puede causar algún daño o enfermedad. Este tipo de organismos pasan toda o parte de su existencia a expensas del hospedante con el que mantienen una dependencia obligada y unilateral.
Los virus, por contra, son agentes infecciosos microscópicos acelulares que sólo pueden multiplicarse en el interior las células de otros organismos. Son elementos genéticos que tienen la propiedad de replicarse de forma independiente de los cromosomas de la célula que los aloja, pudiendo -únicamente- hacerlo dentro de ella. Pueden ser transmitidos de un huésped a otro y replicarse por sí mismos, pudiendo provocar la destrucción de la célula que lo aloja.
Cinco especies de Plasmodium pueden desarrollar malaria en humanos
Aunque existen 175 especies diferentes de Plasmodium, sólo cinco de éstas (P. falciparum, P. malariae, P. ovale, P. vivax y P. knowlesi) son responsables del desarrollo de cuadros de malaria en seres humanos, aunque esta enfermedad -el paludismo- también puede afectar a otros vertebrados como los reptiles, los roedores y y las aves. No todas las especies de Plasmodium afectan por igual a las personas ni tienen una tasa de incidencia, según datos del informe World malaria report 2017 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el que se destaca que la mayor parte de los casos de malaria en el mundo llevan la firma de las variantes P. falciparum y P. vivax.